Un día de guardía.

8 Abr

Los juzgados de guardía son cosa aparte. Una jornada de guardía en cualquier centro de detención es una odisea. Desde las demoras injustificadas, la tropa de incompetentes que inundan las dependencias oficiales, comisarias, juzgados y cualquiera que se nos ocurra es muy elevada. Un desproposito absoluto. Si encima te encuentras un juez escaso de paciencia y dotado de una autoridad inmerecida que lo convierte en un pequeño dictadorzuelo que maneja su juzgado, lease taifa, como si fuera su cortijo la irritación alcanza cimas considerables. Lo digo por propia experiencia. No daré nombres pero me atrevo a decir sin temor a equivocarme que esos errores judiciales que salen en televisión, me parecen pocos (caso Mari Luz, Marta, J.L. Moreno) teniendo en cuenta como funcionan las cosas en todo el enjambre que conforma la administración de justicia. Puede decirse que se produce una combinación letal de soberbia, prepotencia, altaneria y una incompetencia que sobrecoge. Basta ya de echarle la culpa a la saturación de los juzgados por el cúmulo de asuntos. Esa es la excusa del mal pagador. Es tan sencillo como que estamos en manos

de unos señoritos que se creen – se sienten intocables, en realidad los jueces de este país más que independientes, son impunes. Gozan de impunidad y en su territorio, actuan como les viene en gana. Hacen y deshacen y si se les antoja tratan con despecho y desprecio a quienes osan tratar de cualquier cuestión que a sus señorias desagrada. Les encanta que les doren la pildora. Y sobre todo que nadie cuestione lo que su ilustrisima decide en cualquier tema que se suscite en el territorio que constituye la taifa.

ES evidente que estoy dolido, pero no hay mucho de subjetivo. No pierdo de vista que toda generalización acarrea injusticias. Entiéndase pues el contenido de este post.

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