JOHN DEMJANJUK. Ahora lo juzgará Alemania

10 Abr

John Demjanjuk. ¿Iván el terrible?
Hasta el último minuto ha alegado su inocencia para impedir la extradición del Estado de Virginia, donde «montó» una nueva vida. Su última petición de clemencia invocaba su salud para emprender el largo viaje hacia la justicia en Alemania, en esas circunstancias representaría «un caso de tortura» agregó. La ministra de Justicia bávara, Beate Merk, calificó la alegación como «cínica e intolerable». 

Fue juzgado por estos mismos hechos en el año 1987, siendo finalmente condenado a muerte aunque el Tribunal Supremo israelí anuló la condena en 1993 por considerar que no estaba suficientemente probado que Demjanjuk fuera el «Iván el Terrible» de Sobibor.
«Probablemente esté viejo y débil», ha dicho de Demjanjuk el presidente del Congreso Mundial Judío Ronald Lauder, hijo de la célebre reina de la cosmética Estée Lauder, «tanto como muchos supervivientes del holocausto cuyas vidas fueron arruinadas por gentes como él. Ningún criminal de guerra nazi debe sentirse seguro en ningún lugar del mundo». El emigrante ucraniano Ivan (John) Demjanjuk, trabajador jubilado de la industria del automóvil en Cleveland, insiste en su inocencia ante la reclamación del tribunal que entiende de su caso en Múnich. Alemania dice tener jurisdicción dado que 1.900 de los judíos ejecutados eran ciudadanos alemanes y Demjanjuk residió cerca de Múnich antes de emigrar a EE.UU. en 1950.

En la región de Lublin de la Polonia ocupada, al extremo del gran bosque de Parczew, Sobibór formó, junto con Auschwitz, Chelmno, Belzec, Treblinka y Majdanek, el exágono de la muerte en el sistema de represión, concentración y exterminio que acabó con el pueblo hebreo europeo.
En Sobibór acabaron sus días las viejas juderías de Czernowitz, Lwów, Bialystok, Vilna y Kaunas, así como miles de prisioneros de guerra soviéticos de origen judío y, como sostiene Raul Hilberg en «The Destruction of the European Jews», 200.000 europeos de religión o raza judía fueron allí aniquilados en cámaras de petróleo. ¿Se salvará otra vez?. ¿De nuevo «in dubio pro reo?». Esta vez me temo que no. La suerte está echada después de 60 años «tapado».

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